Con Yayoi Kusama las formas se acumulan, se proyectan, se replican hasta perder el límite entre cuerpo, objeto y espacio. Lo orgánico deja de ser estable y se vuelve experiencia envolvente. No se mira desde afuera: se habita.
El placer no responde a una única forma ni a una sola dirección: aparece en la textura, en la curva inesperada, en aquello que se despliega más allá de lo conocido.
Aquí, lo “monstruoso” no es exceso ni transgresión gratuita. Es lenguaje. Una manera de decir que el deseo también puede ser múltiple, extraño, juguetón. Que puede crecer, ramificarse y tocar desde lugares nuevos. Como en las escenas eróticas orientales, como en los universos obsesivos de Kusama, el cuerpo deja de ser frontera para convertirse en territorio.
No proponemos escapar de lo humano, sino ampliarlo. Convertir el juego, la curiosidad y la imaginación en formas activas del placer. Un erotismo que no se explica: se recorre.
Dirección de arte y realización por Camila Caceres y Dani Raggio
